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Nuestro cuerpo contiene nuestra historia. Se enquista, endurece, engorda, retuerce o envejece conteniendo la energía vital de la asfixiado, negado u ocultado en nuestra sombra y el dolor y la enfermedad es su forma de llamar la atención y pedirnos ayuda. Fluye, adelgaza, sana y se embellece con lo aprendido, manifestado, vivido plenamente, reconocido y mostrado a la luz.